se revuelca
en las cubas resollando,
y entre
canciones sórdidas va ahogando
en soledad
su cálido balido.
Toda su
sangre le dará al olvido
que se come
los ojos en el llanto,
y por
bagualas libre ya en el canto,
arderá su
color amanecido.
Entre esa
luz, ultrafloral morada,
a la sombra
carnal y enamorada
que lo
íntimo visita en la madera,
terrestre
habita el vino y su locura,
que en los
huesos detiene la dulzura
y el sueño
vivo de la primavera.
Jaime
Dávalos
(1921-1981)
El
nombrador
No hay comentarios:
Publicar un comentario