27 de diciembre de 2016

Café de García

En el mes de noviembre publiqué una serie de entradas sobre los Cafés y Bares Notables de Buenos Aires por la celebración de su día.
Son lugares que, aunque parecen detenidos en el tiempo, son a la vez profundamente vitales y protagonistas de la vida de cada barrio.
En el pasado mes de abril me invitaron al Café de García en Villa Devoto, "el jardín de 
Buenos Aires" en el noroeste de la ciudad.
Está allí desde 1937, primero atendido por Metodio García y su esposa Carolina y actualmente por sus hijos, apenas a una cuadra de Segurola y Beiró y enfrente del edificio de AYSA.
En el salón principal, sobre la esquina de Sanabria y Varela, el ambiente clásico de un viejo café de barrio. 
Mesas para comer y también varias mesas de billar.
Sobre la vereda, una preciosa glorieta para las noches de calor.
Adentro, a un costado del salón principal, el salón para las picadas que son la especialidad destacada del Café de García. 
En medio del clásico carnaval de objetos irreconciliables entre sí, todo está impecablemente limpio y ordenado pese a ser muy antiguo.
Se mezclan antiguas publicidades, instrumentos musicales, fotos y también una  cantidad de objetos de esos que ya no se fabrican porque han perdido su razón de ser.

Los jueves, viernes y sábados, preferentemente con reserva previa, se sirven allí las picadas de treinta platitos al viejo estilo marplatense.
Fiambres y quesos y una variedad de bocaditos se suceden sin interrupción: frituras de pescado, croquetitas, albóndigas, arrolladitos, empanaditas, conservas y encurtidos... y la lista sigue.
Todo rico y con sabores de otros tiempos, esos sabores que hoy fueron desplazados por platos de moda, como el tempura y las bruschettas.
El lugar es sencillo pero encantador, porque es auténtico. 

Los mozos son muy amables y la comida muy abundante, tanto como para desafiar al más hambriento.
No es especialmente barato, pero hay que tener en cuenta que en el precio de la picada, que es muy abundante, están también incluídos el postre (hay varios para elegir, yo comí unas peras al vino tinto que estaban muy bien) y el brindis final con sidra, almendras y  pan dulce en cualquier momento del año (sí, por muy extraño que parezca brindar con pan dulce en el mes de abril). 
La bebida es aparte, hay algunas cosas para elegir y los precios no son desproporcionados.

Esa noche a la mesa éramos cinco personas. Todas de buen comer, todas acostumbradas a salir por ahí para probar cosas nuevas. Y todas quedamos muy conformes con el lugar, con la comida y con la atención.

Y si con mi opinión no les alcanza, pregúntenle a los Antigourmeteros. Ellos hacen una crónica mucho más exhaustiva porque ésa es su especialidad: poner en blanco sobre negro la verdad de los boliches de Buenos Aires y de sus alrededores.
Por mi parte, yo prefiero ir a un lugar, sumergirme en su ambiente y dejarme llevar. Y comer. 
Y aprender, pero un poquito, como para ponerme en tema nomás.

En conclusión, el Café de García es un lugar auténtico, lindo y bien cuidado y parte de la vida cotidiana del barrio de Villa Devoto, aunque los fines de semana se pueble de visitantes que llegan desde todas partes atraídos por la fama de sus picadas.
Para tenerlo en cuenta y darse el gusto. Es un pedazo del viejo Buenos Aires y es ideal para visitarlo en plan de familia o de amigos, aprovechando las cenas de fin de año o el calor de las noches para hacer vereda como un vecino más.

2 comentarios:

  1. Lugar ideal cuando una tiene un amigo gringo a quien mostrarle el sabor porteño auténtico, especialmente si este amigo gringo es de buen comer y mejor beber, ha viajado bastante y no es facil de engrupir. Si además, el gringo viene con el opcional de esposa argenta pletórica de nostalgia: canta ¡bingo! Este es el lugar ideal para pasar un rato que queda en todos los sentidos, además del gusto.

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