8 de marzo de 2019

Samurai gourmet

Eran épocas de guerra. Contando sólo con su habilidad, un hombre erraba por las tierras. Un samurai. 
Este hombre no es un samurai errante de la antigüedad. 
Luego de retirarse, perdió su título como corporativo y el apoyo de su compañía. 
Takeshi Kasumi, 60 años. Esta historia es sobre un hombre normal de 60 años, ayudado por un samurai sin maestro, comiendo libremente sin que lo repriman. Una fantasía gourmet.

Así empieza Samurai gourmet, otra encantadora serie japonesa que como Midnight dinner, está inspirada en un comic y tiene como eje la comida y las sensaciones que ella nos despierta.
En este caso los textos son de Masayuki Qusumi (leer entrevista del diario Página12 aquí) y el arte de Jiro Taniguchi.

El protagonista (un simpatiquísimo Naoto Takenaka) es un jubilado estrenando tiempo libre. Así comienza un recorrido sensual, a veces por el camino de la experimentación, a veces por el del recuerdo, que lo lleva por distintos restaurantes.


Desde el primer capítulo cuando tiene la insólita experiencia de tomar una cerveza al mediodía, libre de cualquier obligación, o en los siguientes donde se suceden restaurantes sospechosos, intercambios inesperados y situaciones varias, en cada uno de ellos Takeshi va sumando nuevas experiencias y aprendiendo a disfrutar de comer solo.

Aunque no del todo solo. Su alter ego, el samurai, es una figura que se hace presente para poner las cosas en su lugar, como al señor Kasumi le gustaría que fueran. Él tiene el arrojo y el temperamento como para no callarse nada y prescindir de la etiqueta, cosas a las que el tímido protagonista jamás se atrevería.

El humor y la melancolía suelen recorrer los distintos capítulos, pero lo más destacable es la sensualidad, el goce de cada bocado, cómo disfruta con cada experiencia.


Para mi gusto, el capítulo más poético es el tercero: "Caballa en la mañana". Allí Takeshi hace su primer viaje solo y recuerda unas vacaciones de adolescencia con sus amigos.
Aunque "Sombrillas en el mostrador", donde visita un izakaya tradicional, un pequeño local con barra donde se sirve "verdadera comida de bar", de esa que "sabe a malo para la salud",con sus parroquianos que conforman una especie de corte de los milagros, también es precioso.
Otros recorren el humor o la reflexión, y también los restaurantes de cocina europea. Y todos, absolutamente todos, valen la pena.




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