17 de abril de 2018

La olla Essen

Todo aquel a quien le gusta cocinar sabe que la cocina es un pequeño reino. La democracia no tiene lugar allí y si uno se ofrece para "ayudar" en cocina ajena, tiene que estar dispuesto a obedecer sin opinar.
La colección de utensilios y accesorios que reunimos en la cocina forman parte de las arcas de ese, nuestro reino. Y son cuidados y apreciados con mimo y con celo, muchas veces inexplicable para ojos ajenos.

¿Por qué seguir usando esa vieja tabla de madera, gastada y torcida cuando nos regalaron una colección de tablas plásticas, una de cada color y para cada tipo de alimento?.
¿Por qué insistir con la cuchilla, ya deformada de tanto afilarla, con su mango tambaleante y herrajes flojos, cuando en nuestro último cumpleaños recibimos un completísimo set de cuchillos de acero al carbono?.
¿Por qué preferir el sacacorchos de mozo en vez de aquel con bomba-automática-para-eyección-instantánea-y-sellado-al-vacio-tan-decorativo-y-moderno-y-de-avanzado-diseño-y-tecnología que nos regaló Papá Noel?
La respuesta es simple: Porque me gusta. Porque es lo que a mí me resulta cómodo. Y, sobre todo, porque para poder trabajar bien hay que sentirse cómodo y poder disfrutarlo.


Pero también están aquellos que disfrutan de las novedades que la tecnología tiene para ofrecernos. 
Así fue cuando, hace unos cuarenta años, desembarcaron en la Argentina TupperwareEssen  y otras empresas de venta directa que supieron convertir a sus productos en el objeto del deseo de muchas amas de casa. 
Los hogares se llenaron así de innumerables y coloridos accesorios, en su mayoría inútiles y prescindibles, y aparecieron las suntuosas ollas de alta tecnología que venían para revolucionar el trabajo en la cocina.
En el caso de mi familia se trató de la adquisición de una batería de cocina completa marca RenaWare (primero habían comprado la VitaWare, su versión más modesta con resultados a tono). Debo reconocer que las ollas tienen un buen rendimiento y, cuarenta años después, mis padres las siguen usando.
Miguel Martín es un humorista tucumano conocido en todo el país. 
Su estilo son los shows donde desarrolla temas cotidianos, un humor costumbrista, sencillo y directo, y a veces hasta ingenuo.
En esta ocasión relata su viaje de egresados y el alto precio pagado por perder la olla Essen de su mamá.




Advertencia: Martín hace humor tucumano, lleno de giros locales y a veces con un acento muy cerrado, por lo que la escucha se puede volver complicada por momentos. 
A no amedrentarse, nunca puede ser peor que tratar de entender al pato Donald.


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