28 de abril de 2018

Cómo reconocer a un inspector de la guía Michelin

"Jean Luc, mi mentor, el tipo que me dio la oportunidad de ser un chef, me dijo que fue Dios quien creó las ostras y las manzanas, y que no se pueden mejorar recetas como esas. Pero que nuestro trabajo es intentarlo".

Así empieza Una buena receta (Burnt, John Wells, 2015) una película donde Bradley Cooper interpreta a una gran promesa venida a menos y tratando de volver al ruedo.
Después de un autoexilio que lo llevó de Paris a Louisianna y tras limpiar un millón de ostras, decide que ya es tiempo de instalarse en Londres e intentarlo nuevamente.
Tal como se espera del estereotipo que se ha creado para la figura del chef, el tipo es encantador, poco confiable, egoísta y desconsiderado pero absolutamente brillante.


La película es una más de esas sobre perseguir tu sueño, la fuerza de voluntad, las segundas oportunidades, etc. y, por supuesto, el amor anda flotando entre medio.

Lo más lindo son las vistas de Billingsgate, el más importante mercado de pescado de Londres, (al estilo de Tsukiji en Japón) donde el protagonista va a por sus compras de pescado fresco.
Lo más simpático, las recomendaciones que le da al personal del salón para que sean capaces de reconocer a un inspector de la Guía Michelin:
  • Reservan antes de las 19.30.
  • Son dos personas con traje o ropa formal.
  • Una de ellas llega media hora antes y se sienta en la barra.
  • Una pide el menú-degustación y la otra a la carta.
  • Dejan un cubierto en el piso para ver si el personal está atento.
  • Piden media botella de vino y agua de la canilla.
Así que, ya saben: si quieren una estrella, están advertidos.


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