30 de abril de 2018

Cerveza paleolítica



“El cuento dice que los antropólogos de la Universidad de Duke habían logrado dar con un dato muy relevante: que el lenguaje había nacido en la época del Neanderthal y eso explicaba lo que sucedió una noche, en que la tribu se reunió después de haber ido de cacería. 
Todas las noches, luego de la jornada, hombres, mujeres y niños se juntaban alrededor del fuego a contarse las cosas que habían hecho durante el día. Esa noche había un hombre muy triste, porque no había cazado ni una mosca y le tocaba contar, en una época tan antigua que no existía ni siquiera la mentira. 
Cuando comenzó a hablar, contó la historia más maravillosa que se podía haber escuchado: contó sobre los tigres más peligrosos con los cuales había peleado, habló de los precipicios más profundos y de las montañas más altas. 
Al final, confesó que no había podido traer nada porque después de enfrentarse con los animales había peleado contra otra tribu, valiente y numerosa como la de ellos. Todos se quedaron mirándolo encantados y le pidieron que volviera a contar la historia y él la contó una y otra vez. 
Esa noche nació la literatura”.
Este hermoso relato de Gustavo Oyarzún en Imaginaria, nos lleva al principio de los tiempos de nuestra vida social. 
En ese contexto, es fácil situarse en la historia que proponen en blog de la bodega española Santa Cecilia:


¿LA CERVECITA DE DESPUÉS DE CAZAR UN MAMUT? 
Esta entrada fue publicada el 31 julio, 2014 por Santa Cecilia. 

O la de después pintar la cueva, tallar unas puntas de flecha o coserse unas pieles. Parece que la cerveza lleva muchos, pero que muchos años, evolucionando a nuestro lado. Puede que nuestros antepasados cavernícolas no disfrutaran de una cerveza tan elaborada y sofisticada como la que cualquiera de nosotros coge a diario de su frigorífico, pero no es totalmente descartable que, durante el paleolítico superior, sí pudieran haber disfrutado de una versión prehistórica de la misma. 
Imaginemos la escena: los miembros más jóvenes del clan salen de caza. Recorren largas distancias durante días en busca de la pieza que les permita alimentar a los suyos y sobrevivir una temporada más. Las mujeres y los ancianos se quedan en la cueva ocupados en otras labores como el cuidado de los niños o  la recolecta de plantas, hierbas y otros alimentos vegetales que crecen espontáneamente a su alrededor. Entre estos otros alimentos se encuentran los cereales, muy apreciados por nuestros antepasados por su alto valor energético y su fácil consumo en crudo. Por eso, seguramente los jóvenes cazadores partirían con una buena reserva de ellos en sus excursiones o en los largos desplazamientos en busca de un asentamiento mejor. 
El problema es que conservar los cereales en seco durante largas temporadas para poder disponer de ellos después no era fácil. Los cereales germinan y ya no es lo mismo. Por esta razón, es muy probable que decidieran humedecerlos y…¡voilà. se obró el milagro! Los cereales humedecidos forman rápidamente una pasta de más fácil conservación e ingestión, una especie de papilla, pero que, ayudada por las levaduras existentes en el aire, fermenta con gran facilidad. Así podría haber nacido la más primitiva forma de cerveza conocida. Una cerveza a medio camino entre el pan y la bebida, pero que producía los mismos efectos de embriaguez y alegría contagiosa al consumirla en exceso. Desde ese momento, la caza pudo convertirse en una actividad mucho más llevadera y las noches alrededor del fuego en algo más animado. Quién sabe. 
Aunque en algunas excavaciones ya se han encontrado piezas con restos de algo que bien podría ser masa de cereales fermentados, aún no hay nada demostrado. Tan sólo es una posibilidad.
Pero…pudo ocurrir. [...]

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