Interpretado por una sufrida víctima: el artista argentino Hugo Varela, un genio del humor de salón, intérprete y creador de canciones en los estilos más variados y luthier de instrumentos locos.
Una sonrisa para terminar bien la semana.
El patrón tiene miedo que se machencon vino los mineros.El sabe que les entra como un chorrode gritos en el cuerpo.
Que enroscado en las cuevas de la sangreles hallará el silencio,el oscuro silencio de la piedraque come sombra socavón adentro.
Que volverá, morado,con bagualas del fondo de los huesossu voz, golpeando dura como un puñoen el tambor del pecho.
Con pupilas abiertas como tajosle pedirán aumento,mientras quiebren, girando entre las manos,el ala del sombrero,
y los ojos, de polvo y pena tristes,les caigan como manchas sobre el suelo.
Hay que esconder el vino entre cerrojos,el vino pendenciero.
"La palabra haiku en japonés “俳句” o en español jaiku, es un poema de origen japonés generalmente breve que se compone por una estrofa de 17 silabas divididas en tres versos. En otras palabras se trata de un escrito corto que se erige a partir de tres versos de cinco, siete y cinco silabas o moras respectivamente. Casi siempre se sustituyen las moras por silabas cuando se trasladan a otras lenguas. El contenido del haiku se apoya en el asombro y el éxtasis que la contemplación de la naturaleza provoca en el poeta.Habitualmente el haiku, al igual que otras redacciones poéticas, trataba o trata de exponer sobre los diferentes fenómenos naturales, hablar sobre el cambio de las estaciones o incluso de la vida diaria de las personas. Gracias a la influencia que la filosofía y la estética del zen ejercen en estas composiciones, su estilo tiene la peculiaridad de contener naturalidad, la sencillez más no el simplismo, la austeridad, la sutileza, además de la aparente asimetría que alude a la libertad y junto con esta a la eternidad."
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ChocolateDerechos de autor de la imagenTHINKSTOCK
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Cómo es la nueva moda de esnifar chocolateRedacción - BBC Mundo -19 julio 2016
El chocolate ya no sólo entra por la boca, algunos prefieren usar su nariz.
Un buen pedazo de chocolate para levantar el ánimo. Nada especial.
Ahora, molido en polvo y para ser aspirado en vez de saboreado, cambia un poco el panorama.
El polvo de cacao se ha vuelto una alternativa argumentada como "sana" para aquellos que buscan irse de fiesta sin utilizar drogas duras.
Y se ha vuelto la última moda de los eventos alternativos en Europa.
La Junta de Mayo, a través de su secretario Mariano Moreno, convirtió en realidad el anhelo de los porteños de poseer una Biblioteca. Desde la Gazeta de Buenos Aires, el 13 de septiembre de 1810, se anuncia la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Desde ese día comienzan a llegar libros por medio de donaciones. Todos ellos conforman el fondo antiguo de la Biblioteca actual, entre ellos la Librería del Obispo Azamor y Ramírez, del Obispo Orellana, de Manuel Belgrano, de Mariano Moreno, de Pedriel, de los comerciantes ingleses y del gobierno de la provincia de Buenos Aires.
MEMBRILLO
Fruto del árbol homónimo de la familia de las rosáceas. Redondeado o piriforme, amarillo y recubierto de una fina pelusa en su madurez, desprende un olor fuerte, y su carne dura, muy áspera cuando está cruda, es rica en tanino y en pectina.Es poco calórico (33 kcal o 138 kJ por cada 100 g) y rico en potasio. Sirve sobre todo, siempre con la adición de azúcar, para preparar compotas y jaleas, así como ratafía y pátes de fruits. En Oriente se come también salado, relleno como el pimiento o en tagines y guisos, o incluso para acompañar aves asadas (codorniz, pollo)Originario del Cáucaso y de Irán, el membrillo o pera de Cidonia era ya muy apreciado por los griegos, que lo vaciaban, lo llenaban de miel y lo cocían cubierto de pasta.No sólo se emplea en cocina: sus pepitas, por ejemplo, se utilizan en perfumería y en medicina.
Larousse Gastronomique (Barcelona, 2011)
Una noche de enero de 1996 soñé que me lanzaba a una piscina llena de arroz con leche (vea la receta en la sección postres), donde nadaba con la gracia de una marsopa. Es mi dulce preferido —el arroz con leche, no la marsopa— tanto es así que en 1991, en un restaurante de Madrid, pedí cuatro platos de arroz con leche y luego ordené un quinto de postre. Me los comí sin parpadear, con la vaga esperanza de que aquel nostálgico plato de mi niñez me ayudaría a soportar la angustia de ver a mi hija muy enferma. Ni mi alma ni mi hija se aliviaron, pero el arroz con leche quedó asociado en mi memoria con el consuelo espiritual.