al Pila Taibo
y a las ginebras de
Don Pedro
Bebo este vino en el almacén. Esta clara ginebra.
Y hablando
con otros bebedores
de a
pedacitos me hundo en lloviznas de lana.
Un hombre
canta solo
y escucha
que una baguala larga le contesta de lejos.
Casi se
duerme entonces.
Hay lluvias
pequeñitas en la oscura balanza.
Lluvia de
azúcar, lluvia de maíz, lluvia de trigo
y afuera
lluvia de agua que no acaba.
De esos
borrachos nace una alegría
y yo me
pongo triste, y usted también y todos somos tristes.
Allí el
tiempo amarillo en almanaques
y un hombre
de bigotes
le brinda
espiridinas al silencio.
Ahora huelo
a cuerdo, a arreo largísimo.
Aquí en el
suelo y en silencio, quieto, el pan de sal
espera la
caricia de la lengua del buey que lo disuelva.
Cuando eso
ocurra, yo tampoco estaré sobre la tierra.
Manuel J.
Castilla
(1918-Salta-1980)
El gozante
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