Un año en Champagne (David Kennard, 2013) es la segunda de tres documentales (las otras son en Borgoña y Oporto) y nos muestra a las familias productoras y sus bodegas a lo largo de la cosecha 2012, que fue especialmente difícil por diversas cuestiones que allí nos explican.
Empieza en la primavera con todos los preparativos y aprovecha para contarnos un poco de la historia de la bebida y de las características de la región, a la que llaman la barrera norte para el vino.
Sigue en el verano, con el crecimiento y cuidado de las vides y el gran momento de la vendimia.
Muestran la Francia rural y nos adentramos un poco en los aspectos técnicos e incluso legales de la producción, ya que todo está rigurosamente regulado como corresponde a un producto con denominación de origen.
El invierno es la época de preparar las mezclas y controlar diariamente cada cuba y cada barril.
Entonces nos enteramos de cómo es ese cuidadoso proceso: la rotación de las botellas, las fermentaciones, la extracción del sedimento, el encorchado...
En toda la película están presentes los problemas que suelen enfrentar todos los productores: las plagas, las condiciones meteorológicas, el margen de incerteza que tiene todo proceso químico-biológico.
Pero también el placer de ser parte del negocio, cómo se involucran familias enteras y varias frases simpáticas al estilo de: "No confiamos en personas que no beben".
Y por supuesto la historia local, la de los productores y la de la nación.
Una ocasión para conocer la intimidad del que, quizás, sea el producto gourmet de mayor fama y difusión internacional.
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