25 de octubre de 2016

A través del charco y de lo que Alicia comió allí

En las orillas del río de La Plata se recuestan dos capitales: Buenos Aires y Montevideo. 
Tienen muchas cosas en común como el habla, la historia, el tango y la pasión futbolera, pero también son muy diferentes.

Buenos Aires es ciudad de vértigo y ruido, atiende las 24 horas y sus habitantes pueden ser tanto muy simpáticos como terriblemente descorteses.

Montevideo por comparación es pueblerina. No tiene muchos edificios altos, no hay bocinazos ni motos ni insultos, sus habitantes son amables y educados y la ciudad se extiende abierta sobre el río. 
No tiene tampoco la movida gastronómica que hay en Buenos Aires, no hay tienditas deli pero lo que sí hay por todas partes son viejos bares de barrio de otros tiempos.
Es una ciudad tranquila y apacible que invita a caminarla y disfrutar de su hermosa geografía, su riqueza arquitectónica y la bondad de su gente.

21 de octubre de 2016

La once

La once, así en femenino, es el high-tea al estilo chileno.

Mezcla de merienda y cena, muchos la definen pero no todos coinciden. Se lo he preguntado a varios chilenos, en diferentes ocasiones y circunstancias, y me han dado distintas explicaciones para esta institución hogareña que básicamente es una merienda tardía y suculenta.


Según el diccionario de la Real Academia Española hacer, o tomar, las once significa "Tomar un refrigerio ligero entre las once y las doce de la mañana, o a diferentes horas de la tarde, según los países."

Algunos relacionan el origen del nombre con el descanso permitido, alrededor del mediodía, en las largas jornadas de trabajo que empezaban a la madrugada y terminaban por la tarde, para ingerir algún alimento que solía ser acompañado  por un trago de aguardiente a modo de reconstituyente.

Otros dicen que es un argot que usaban los maridos para escaparse al bar con los amigos, ya que ir a tomar la once se referiría a las once letras de la palabra aguardiente.

18 de octubre de 2016

16 de octubre de 2016

Riesgos






Laura Esquivel
Como agua para chocolate 

Día de la madre


 Mole poblano

Plato de fiesta de la cocina mexicana, cuyo nombre completo es mole poblano de guajolote. Se trata de un guiso de pavo en salsa al cacao. En su origen, el ave se cocía en una olla, pero también se puede asar al horno o prepararla en una cazuela con manteca de cerdo. cortada en trozos, a continuación se cubre con salsa (mole), que se elabora picando en primer lugar diversos chiles con caldo de ave. Después se añaden cebollas, tomates, tortita desmenuzada, ajo y almendras aplastadas, así como semillas de anís y de sésamo, y luego se especia con canela, clavos de olor y cilantro. Todo ello se aplasta y tamiza bien, se cuece a fuego lento en manteca de cerdo, se moja con caldo y se le agrega cacao amargo. Napado ampliamente con salsa, el plato se sirve con semillas de sésamo esparcidas, con mazorcas de maíz o tortitas.
Larousse Gastronomique en español



En Argentina, el tercer domingo del mes de octubre, se celebra el Día de la Madre.

La cocina familiar, las recetas de mamá, suelen retrotraernos a un tiempo lejano y nostálgico, aunque nuestra mamá cocine tan horriblemente como la de Nigel Slater (La historia de un niño hambriento, junio 2016).

El que sigue es un hermoso texto, receta incluida, de la mexicana Laura Esquivel en su libro Íntimas suculencias: tratado filosófico de cocina (Madrid, Ollero y Ramos, 1998), una bellísima edición ilustrada, de esas que ya casi no se hacen y cuyas tapa y contratapa acompañan a esta entrada.

Tiene varios relatos, historias y reflexiones sobre el acto de comer y elegí éste porque precisamente habla de cómo los sabores y los olores nos llevan de vuelta a casa, más allá del tiempo y la distancia.

14 de octubre de 2016

Me estoy cuidando

Hoy comer es un acto ambiguo y, como nunca antes, despojado de su estricto carácter alimentario. 
Es que, por un lado, tenemos pretensiones sibaritas, de expertos, de entendidos.Hablamos de cocinas nacionales, de cosechas y varietales, de chefs (unas personas devenidas en algo así como estrellas de rock)
Por el otro, se nos impone una dieta muy básica, de la cual están desterrados los placeres gourmet y los platazos que vemos preparar en cualquier programa televisivo, con el noble objetivo de cuidar el templo (nuestro cuerpo) donde ofrendamos culto a la belleza, la salud y la juventud.
Además, aunque la producción mundial de alimentos quizás sea suficiente para los millones que habitamos el planeta, sabemos que los insumos no están bien repartidos y las estadísticas muchas veces son nada más que simplificaciones. Quiero decir, si hay diez niños, diez litros de leche, diez kilos de pan y diez pollos, eso implicaría que esos diez niños comen leche, pan y carne a partes iguales... pero sabemos que eso no se responde con la realidad.

Además de la tira de Mafalda, otros dos aportes para seguir reflexionando sobre el tema: un artículo de Martín Caparrós en el diario El País (Comer como nunca, 16-08-2016) y un monólogo de Dani Mateo en El club de la comedia (La dieta sana es la cadena perpetua de los gorditos, 2015)

12 de octubre de 2016

Un año en Champagne

¿Cómo se produce la bebida más glamorosa del mundo? ¿Quiénes la hacen, dónde, cuándo?
Un año en Champagne (David Kennard, 2013) es la segunda de tres documentales (las otras son en Borgoña y Oporto) y nos muestra a las familias productoras y sus bodegas a lo largo de la cosecha 2012, que fue especialmente difícil por diversas cuestiones que allí nos explican.


Empieza en la primavera con todos los preparativos y aprovecha para contarnos un poco de la historia de la bebida y de las características de la región, a la que llaman la barrera norte para el vino.

Sigue en el verano, con el crecimiento y cuidado de las vides y el gran momento de la vendimia. 

Muestran la Francia rural y nos adentramos un poco en los aspectos técnicos e incluso legales de la producción, ya que todo está rigurosamente regulado como corresponde a un producto con denominación de origen.

4 de octubre de 2016

Primer aniversario

Hoy hace un año que publiqué la primera entrada
En realidad se trataba de una prueba, una manera de practicar cómo funcionaba esta cosa de los blogs y, a futuro, armar uno para mi trabajo. 
Probar con un texto, una imagen, un vídeo, un mapa...

Al principio fue muy difícil. 

Qué publicar, cómo elegir... Pero la práctica se fue convirtiendo en costumbre y así logré hacerlo de manera sostenida y cada vez con mayor entusiasmo, hasta lograr publicar varias entradas por mes. 

Me gusta escribir. No por la pretensión de hacerlo demasiado bien sino por el esfuerzo que representa, por todo lo que hay que poner en juego para poder publicar una entrada: buscar, leer, anotar, resumir, elaborar, pulir... 
En suma, un magnífico ejercicio antioxidante para mi cerebro y un desafío intelectual que me obliga a robarle tiempo al tiempo entre las obligaciones cotidianas.

Por esta cosa maravillosa de las redes y las facilidades para la comunicación, después de un año lo leen personas en todo el mundo. Y no es una exageración, hay lectores en todos los continentes menos en África. 
No son muchos y no los conozco, pero no por eso me resulta menos impactante.

Igual que hace un año y como digo en la Presentación, el blog no pretende otra cosa que ser un repertorio de cosas que me interesan, una manera de preservar y recopilar información que de otra manera se perdería en medio de la gran sopa web. 
Esta es mi bitácora personal pero me gusta compartirla. Por eso se llama El gusto es mío.