10 de enero de 2017

Pimiento trasandino

EL AJÍ
a Antonio Vilariño

Rabia de Dios, goteante y roja.

Nombro tu incendio y tus enojos quietos.


Brote de guerra,

víbora redonda
calentando callada
su inocente semilla rencorosa.

Bocado para el ángel que se sueña perverso.

Calientas la verdura de los loros
en cuyos ojos duermen tus anillos bermejos
olvidados y secos.

Oh, disfrazado solo,
delirio errante de los carnavales.
Toco las mesas turbias de tus fondas
donde imperas con tu único ojo que hacha cuando mira
brotando desde locros trasnochados y pálidos
como un malvón de furia entre la nieve.

Rebelión soñolienta de Bolivia,
vaho de sus mercados
pintando el pecho de los guacamayos.

Eres como si amanecieras.

Un recuerdo por donde se alegraba mi madre,
como si desatara su moño más mimado.
Semen ruborizado de su propia pureza
ardiéndose en violenta eternidad sonora.

Matriz de la granada
cayéndose de siembra luminosa,
casi joya del yuyo,
casi fervor de mi alma,
casi yo no sé
y casi me quema y me mata.


Manuel Castilla
(1918, Cerrillos-1980, Salta)
en El gozante

El pimiento
Víctor Jara
(1932, Chillán Viejo-1973, Santiago de Chile)






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