11 de agosto de 2016

En todas partes se cuecen habas

La cocina es una actividad humana y, como tal, cambia. 
La mentada globalización empezó con los viajes de descubrimiento que llevaron a las mesas de los ricos, aristócratas y burguesía en ascenso, productos de tierras lejanas que cambiarían para siempre los gustos y hábitos alimentarios, como por ejemplo el azúcar que hoy es tan utilizada como demonizada.

Las facilidades en la comunicación y el transporte permitieron la distribución e intercambio a nivel mundial de personas y productos. 

Así hoy comemos kiwis de Nueva Zelanda o de Chile, condimentos de orígenes diversos, kanikama de origen y composición inciertos... y la lista sigue larguísima. 
(La BBC publicó un mapa muy ilustrativo sobre el origen de ciento cincuenta cultivos clave)
Pero la cocina y los platos no cambian sólo en su esencia sino que también son re-presentados, o sea que los reinventan, los adornan, los disfrazan, les cambian el nombre o le ponen uno de fantasía.
Y así nos encontramos con restaurantes con cartas detalladísimas y escritas con muchas palabras en diminutivo, que nos dan la sensación de que se tarda más en describir el plato que en servirlo.
Aunque también es justo reconocer que el emplatado suele ser cuasi arquitectónico. Y eso lleva tiempo. Un tiempo que no siempre parecen haber dedicado a instruir a los mozos sobre el menú del día.

¡Y los ingredientes…! Actualmente parece casi imposible cocinar con aquellas cosas que solían poblar las despensas y heladeras familiares.

La carne de lomo, los palmitos, las bebidas gaseosas, todos esos pequeños lujos que hace apenas unas décadas se reservaban para cuando venían visitas, hoy están en la carta de cualquier modesto restaurante y en la mesa de muchas familias. 
No hace tanto, los helados y la cerveza se consumían en verano, la pizza era un pequeño festejo familiar de fin de semana y las empanadas un lujo del que disfrutábamos cuando alguna cocinera con ganas decidía arremangarse. En estos tiempos, el delivery los ha convertido en la base de la dieta de muchos.
Hoy, para poder hacer las recetas de las revistas  y programas televisivos especializados, debemos lanzarnos a la aventura urbana de conseguir productos, emprendiendo excursiones transbarriales en busca de tiendas especializadas a la caza de productos deli de nombre difícil y origen exótico.
O aprovechar viajes propios y ajenos en busca del ingrediente indispensable.

Pero parece que es cierto el dicho y en todas partes se cuecen habas. Leo Harlem es un actor cómico español y en uno de sus monólogos de El club de la comedia reflexiona sobre los restaurantes españoles y cuenta su experiencia con la cocina moderna.


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