24 de junio de 2016

Los Vascos

Estuve varias veces en Esquel, siempre de vacaciones.


En esas ocasiones uno tiene la mirada puesta e  todo lo que hay que
hacer en el lugar según el mandato de las guías para viajeros y las recomendaciones de amigos y conocidos. 
Preocupados por cumplir con esos mandatos, a veces se nos escapan cosas interesantísimas.

Este verano fue mi tercera visita a la ciudad y tuve una complicación que me obligó a tener que comprarme una muda entera de ropa. Pregunté por un negocio donde poder comprar bombachas de campo (un pantalón de trabajo cómodo, resistente y barato) y, sin dudarlo, me dijeron: en Los Vascos
Ya era tarde y encontré la tienda cerrada. Desde afuera era un edificio antiguo y feo, en muy buen estado de conservación pero casi sin ventanas y de líneas muy austeras.


Como urbanita que soy, pensaba encontrar uno de esos típicos locales donde venden ropa de trabajo para distintas profesiones y elementos para la seguridad industrial. Nada más lejano.


A la tarde siguiente, al traspasar esa puerta en ochava, con un gran hall protector del viento patagónico, entramos en otra dimensión, como a través del espejo de Alicia o del armario de Narnia. 

Mi acompañante estaba conmovida
Ingresar a la tienda fue para ella un volver a la infancia cuando visitaba a sus abuelos en el campo entrerriano e iban a la cooperativa por suministros. 

Una enorme tienda departamental a la vieja usanza. Secciones de ropa para damas, para caballeros, para niños.
 Grandes mostradores con vitrina, de madera maciza pulida y lustrada por el tiempo, con una exhibición de cintas y puntillas, ropa interior, medias. 

Mesas altas con sombreros, de trabajo y de paseo, para varón y para mujer, de invierno y de verano. 
Maniquíes y exhibidores de décadas pasadas en perfecto estado de conservación. 
El uniforme de los empleados es un anticuado y formal guardapolvo, rosa para las mujeres, azul para los varones.

Además de las secciones con todo lo necesario para el arreglo personal de niños y adultos, también hay sedería, bazar, ferretería y hasta una sección con aperos y elementos para monturas.

Y un almacén. Un almacén maravilloso, como los de antes. 

Como el de Arias, en la calle Rivadavia en el Gran Buenos Aires de mi primera infancia. 
Largas estanterías de mercadería perfectamente ordenada, con latas de galletitas, exhibidor de golosinas y mostrador con vitrinas con compartimentos para los diferentes frutos secos. 


Todo es viejo, pero está impecablemente limpio y cuidado. Y no es simplemente un retazo del pasado. Con sus amabilísimos empleados y sus numerosos clientes, el lugar está pleno de actividad, un auténtico servicio dentro de la comunidad.


En su sitio web Ramos Generales “Los Vascos”, cuentan su historia y hay más fotos:

Esta firma inició sus actividades en Esquel el 21 de septiembre de 1926, bajo la original denominación de “Gran Baratillo Los Vascos” siendo los fundadores los Sres. Ángel Valbuena y Marcia De la Vega.- Funcionaba donde se encuentra actualmente este comercio, en las intersecciones de las calles 25 de mayo y 9 de Julio, siendo alquilado en sus inicios y luego adquirido. Anteriormente en este lugar había funcionado la ex Casa Lahusen desde el año 1917.

No se lo pierdan. Un lugar auténtico, un pedazo de historia en el presente, completamente vivo. Y recuerden estar atentos cuando andan por ahí, no todo lo importante aparece en las guías de viaje.

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