¿Existe una
guarnición más rica que las papas fritas? Posiblemente no. Gustan a todos, son
deliciosas y hasta pueden convertirse en un plato por sí mismas (un clásico del
menú porteño son las papas fritas a caballo, o sea, una gran porción de papas
fritas bastón coronada con dos huevos fritos).
Llegaron a
USA de la mano de Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores, quien las
trajo desde Francia donde las conoció en sus tiempos de embajador.
Según la FAO
comenzaron a cultivarse a principios del siglo XVIII, pero fue recién en 1790
cuando Jefferson las hizo servir por primera vez en la Casa Blanca junto con
otras delicias del otro lado del mar.
Pasaron
muchos años y hoy son uno de los snacks más buscados, del que se venden unas
550 toneladas al año y hasta tiene un National Potato Day. Pero… ¿cómo fue el paso
de las french fries a los potato chips?
Según
cuentan en el programa Lemelson del MIT, que celebra a los grandes inventores como un modo de estimular a las jóvenes generaciones, todo se debe a
George Crum.
Este
mestizo, hijo de un negro y una nativa americana, tuvo una vida aventurera en
las montañas Adirondack hasta que se estableció en Saratoga Spring, New York,
donde se reveló como un excelente cocinero en el Moon Lake Lodge Resort donde
las french fries estaban entre los favoritos del menú.
La historia
cuenta que un cliente devolvió sus papas porque estaban blandas. Parece que el
señor Crum era cascarrabias como chef de película y procedió a cortar una nueva
porción de papas lo más delgadas posible y dejándolas freír hasta tostarse.
Contrariamente a su intención, al cliente le encantaron y los Saratoga chips se
convirtieron en un clásico que lo acompañó cuando abrió su propio restaurante:
Crumb’s House (1860-1890).
Crumb murió
en 1914, a los 92 años y nunca patentó su invento. Pero ya a fines del siglo
XIX, distintas personas comenzaron a fabricarlas y distribuirlas masivamente.
Fue en 1926
cuando Laura Saudder le dio una
brillante vuelta de tuerca al negocio familiar: las papas comenzaron a
envasarse en bolsas de papel encerado y sellado con calor que las mantenían
frescas y crujientes.
Poco
después, en 1932, Herman Lay fundó Lay’s en Nashville, Tennessee, la primera
gran marca norteamericana. Más tarde se asoció con la firma Frito, de Dallas,
logrando así una mayor expansión.
En los años ’50
Joe Murphy, dueño de la firma irlandesa Tayto, comenzó a fabricar papas
saborizadas (queso y cebolla, aceite y vinagre). La firma Herr’s de Pennsylvania introdujo el sabor barbacoa, uno de los preferidos en este negocio que mueve cerca de 10000
millones al año sólo en USA.
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