25 de febrero de 2018

¿Qué ves cuándo me ves?



Hoy en día las aplicaciones nos hacen la vida más fácil a los viajeros. Reservas hoteleras, pasajes, entradas a museos, restaurantes, todo está en la web, en redes sociales, en sitios que nos ofrecen información brindada por pares, o sea otros viajeros. Perfectos desconocidos en quienes confiamos (casi) ciegamente.

Siempre que leo esas críticas dudo de ellas. ¿Quién es, cómo es la persona que está detrás?¿Es un maniático de la limpieza al cual todo hotel le parecerá sucio? ¿Es un paladar básico a quien todo le parece delicioso? ¿Es alguien que no distingue un cuadrado de un círculo y el museo le pareció aburrido?

Para sumar dudas, Gastronomía & Cía, el suplemento del diario República, me regala con esta nota:


Un cobertizo es el Mejor Restaurante de Londres según TripAdvisor 
El pasado mes de noviembre un restaurante falso creado en el mes de mayo en un cobertizo por Oobah Butler y bautizado como The Shed at Dulwich, consiguió engañar al sistema de seguridad de TripAdvisor, logrando convertirse en el Mejor Restaurante de Londres. La elaborada puesta en escena consiguió atraer la atención de muchos comensales y críticos gastronómicos deseosos de probar los platos de este establecimiento, platos que estaban elaborados con productos como espuma de afeitar, esponjas, pintura, etc.

Pero esto no es todo ya que la nota hace referencia a un caso similar, ocurrido anteriormente en Italia:

¿Resulta fácil engañar a TripAdvisor?

El periódico italiano A Tavola puso en marcha un experimento con el que se quería demostrar que es fácil engañar a TripAdvisor. Crearon un restaurante ficticio denominado La Scaletta y con 10 comentarios favorables lograron que se clasificara como el mejor restaurante de la localidad italiana de Moniga del Garda. Una vez publicado el artículo en el periódico, TripAdvisor tardó 10 minutos en eliminar todo el contenido.
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En definitiva, el tema no es simplemente el "engaño" a TripAdvisor, sino permitirse una reflexión sobre la confianza que depositamos en sitios como ése. 
Más allá de que Ooobah Butler revela que uno de sus trabajos fue escribir reseñas positivas para publicar en TripAdvisor, se impone detenerse y pensar: ¿Quién es el que comenta? ¿Qué le gusta o disgusta? ¿Cuáles son sus prioridades a la hora de comer, alojarse o elegir un destino o actividad?
Cada lugar es diferente según la mirada de quien lo describe, cada experiencia es única de acuerdo a las expectativas y preferencias de cada viajero. TripAdvisor, Google, MiNube o cualquier sitio de opiniones, son apenas una referencia más a considerar antes de tomar una decisión. 
Si somos capaces de detenernos y reflexionar podemos darnos cuenta de la magnitud de esta subjetividad cuando evaluamos nuestras propias experiencias: el restaurante que le pareció maravilloso a nuestro amigo, a nosotros nos pareció apenas pasable; en una misma cena algunos opinan que la atención fue horrenda y para otros no hubo ningún inconveniente.
Entonces, si damos por bueno, absoluto y definitivo la información que estos sitios nos proveen ... ¿a quiénes estamos confiando nuestra elección?
Quizás este vídeo que hizo el propio Oobah Butler contando la experiencia sirva para aclararlo un poco:


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En el vídeo puede verse como las personas "compran" este fraude, simplemente influídas por lo que consideran una referencia segura.
Si República no resulta una fuente confiable se puede recurrir a muchas notas de otros medios como, por ejemplo, esta de The Washington Post. Pero, de esta manera, seguiríamos usando "testaferros informativos". 
Personalmente, creo que viajar es otra cosa. El viajero llega para descubrir, para sorprenderse, no para cubrir una expectativa de check list o cumplir con un cronograma exacto y apretado. No reniego de guías o de contar con información previa, pero deben ser apenas puntos de referencia, un estímulo, una sugerencia y de ninguna manera una preceptiva.

Hoy en día las personas tenemos la oportunidad de viajar, por nuestros propios países y por todo el mundo, de una manera impensable hace apenas cuarenta o cincuenta años (recuérde la expresión jet set, tan glamorosa en su momento y hoy completamente desactualizada), pero también tenemos exigencias de utilidad y rendimiento en este mundo de inmediatez.
Un viajero es otra cosa. Viajar, al igual que salir a comer, es hacer la experiencia, dejarse llevar por el momento, sorprenderse y también lamentarse por el tiempo o el dinero mal invertidos. Todo forma parte del asunto.
Pero lo más importante, a mi modo de ver, es que sean nuestras propias decisiones y nuestra propia experiencia. No nos dejemos influir por lo que otros dicen que debemos hacer o no. Cada persona es única, tal como lo son su mirada, su experiencia y sus recuerdos sobre la vida y sus momentos.

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