18 de septiembre de 2018

El hada verde


ABSENTA
Bebida fuertemente anisada obtenida a partir de ajenjo, planta aromática que contiene un alcaloide conocido desde la Antigüedad por sus virtudes tónicas y febrífugas. En el siglo XVIII, un médico francés elaboró un licor verde de 60 a 70% Vol. a partir de la mezcla de ajenjo, anís, hinojo e hisopo, y vendió la receta a Henri Louis Pernod, que la empezó a comercializar en 1797.
La "musa verde" como la denominaban los poetas, se hizo muy popular a finales del siglo XIX. Se servía primero una dosis de absenta en el fondo de un vaso, y luego se añadía agua sobre un terrón de azúcar situado en una cucharilla plana perforada y que descansaba sobre el borde del vaso. Se trataba de un verdadero estupefaciente, que tenía consecuencias dramáticas sobre el sistema nervioso. La ley francesa del 19 de marzo de 1915 prohibió su fabricación y venta.
Actualmente la absenta se comercializa de nuevo con el nombre de "bebida espirituosa con extractos de absenta", con un 45 a 70& Vol. Las sustancias nocivas que ocasionaron la prohibición de esta bebida en 1915 hoy en día se han reducido a proporciones ínfimas. 
Larousse Gastronomique
Han pasado más de 200 años desde que el médico francés Pierre Ordinaire recetaba su tónico-cura-todo, elaborado en el convento de Couvet. Más tarde vendería la fórmula a la Maison Pernod Fills, que se dedicó a fabricarlo comercialmente en su planta de Pontarlier a partir de 1805. 




Este compuesto de Artemisia absinthium o Ajenjo mayor,  flores de hinojo y anís, es la “Santísima Trinidad” que se macera y destila, alcanzando valores de entre 50 y 80 por ciento de alcohol.

Usada por el ejército francés como antipirético en la colonización de Argelia, los soldados se acostumbraron a ella y luego la llevaron a París, donde se impuso “la hora verde”. En los cafés y bistrot el ritual de las cinco de la tarde era protagonizado por la absenta y su particular modo de servirla.


16 de septiembre de 2018

La alimentación del niño

Ante el bombardeo publicitario, las mamás angustiadas suelen creer que si sus niños no son provistos de determinados alimentos no podrán crecer lo suficientemente sanos ni lo suficientemente inteligentes.

Pensándolo fríamente resulta inadmisible, pero es bien sabido que el nicho de mercado destinado a bebés y niños es uno de los más poderosos. 
Y en estos casos juega perversamente con la responsabilidad y la culpa maternas: ¿y si no lo estoy haciendo suficientemente bien?, ¿y si no le doy todas las oportunidades?, ¿y si, por ahorrar, no le doy lo que es mejor para él o ella?

Digan lo que digan los dueños del mercado (cuyo fin máximo es vender lo más posible) no hay mejor alimento para un bebé que la leche materna, que no se reemplaza con ningún otro lácteo aunque sea uno reforzado con todo el alfabeto de vitaminas.
Y cuando empiezan a comer otras cositas, una comida sencilla y recién hecha es mejor que cualquier pretendido manjar enlatado o en frasco.
Y cuando ya se adueñan de sus platos y cubiertos, la variedad de platos caseros se convierte en placer y descubrimiento, y no puede ser superada por congelados o preparados.

En tiempos de tiempo escaso, cedemos casi sin darnos cuenta a estas tentaciones del mercado. Es cierto que brindan soluciones rápidas, pero quizás una reingeniería en la cocina familiar es posible sin necesidad de trabajar de más. Sobre todo si se tiene en cuenta la enorme oferta que nos brinda la web con recetas y sugerencias de todo tipo.
O quizás sí requiera algo más de trabajo, como hornear galletitas en casa con ayuda de los niños y sin estabilizantes, saborizantes, conservadores...

Carlos Gonzalez es un pediatra español que promueve la lactancia materna y una dieta infantil no impuesta por el mercado. En esta charla TED propone muchas ideas interesantes al respecto.


14 de septiembre de 2018

El nacimiento de un clásico


"John Pemberton, boticario, ha ganado cierto prestigio por sus pócimas de amor y sus lociones contra la calvicie.
Ahora inventa una medicina que alivia el dolor de cabeza y disimula las naúseas. Su nuevo producto está hecho a base de hojas de coca, traídas de los Andes, y nueces de cola, semillas estimulantes que vienen del África. Agua, azúcar, caramelo y algunos secretos completan la fórmula.
Pronto Pemberton venderá su invento en dos mil trescientos dólares. Está convencido de que es un buen remedio; y reventaría de risa, no de orgullo, si algún adivino le dijera que acaba de crear el símbolo del siglo que viene."


Eduardo Galeano
1886. Atlanta. La Coca-Cola
En: Memoria del fuego II : las caras y las máscaras

(Bs. As., Siglo XXI, 2015)