La última pulpería

En Cafayate está “La última pulpería”. Dicen que se llama así porque es realmente la última que queda en los valles. 

Al estilo de los viejos almacenes rurales, en ella se mezclan el despacho de bebidas con la venta de alimentos,  forrajes, lana hilada a mano, rollos de alambre y avíos para montura.

Es un mediodía de enero, con el sol implacable. El mostrador tiene varios parroquianos tomando un trago. También hay unos niños jugando en ese lugar que parece suspendido en el tiempo.

Pido permiso para sacar una foto. El dueño me dice: “Cómo no, mamita. Pero me tiene que comprar algo. Porque de las fotos no se vive”.

Los Valles Calchaquíes son tierra de especias. El comino en Belén, los pimientos en Cachi y Cafayate. Aquí compro un raro  ají molido rubio. Conozco el clásico de color rojo, pero ese nunca lo había visto. Locoto amarillo. Ya aprenderé que es sabroso, pero terriblemente picante y debe usarse con muchísima discreción.

Y después la foto. Con los niños asomándose en primer plano y los parroquianos posando para mí. Serios y bien derechitos, encantados con el momento. Y la maravillosa escenografía del largo mostrador, las estanterías repletas y los artículos amontonados por el piso.

Pero la tecnología me jugó una mala pasada. Por esa época usaba una cámara de fotos mecánica y ese rollo quedó sin exponer. Sin embargo,  esa imagen quedó en mi recuerdo. Esperando hasta mi próxima visita.

Les dejo el mapa. Acérquense hasta la plaza y ahí nomás, por la calle de la iglesia, la van a encontrar.